lunes, 16 de junio de 2008

Rocío mientras tanto

Rocío, de ahora 1 año y medio, viene bastante bien. Corre, inició el habla claramente, hace preguntas, responde lo que le preguntas, se ha vuelto una maquina repetidora de sonidos, repite hasta sonido del microondas, ve la televisión, duerme la siesta, reconoce la voz de su tío por teléfono y pregunta ¿nonye ta tchío? que se traduce al lenguaje maduro como ¿dónde está tío?, se resiste a quedarse sentada en su coche, ahora va caminando al parque, sabe dónde vive su amiga favorita del parque, canta, baila cuando le cantas, te sirve el té de aire que laboriosamente prepara en su cocina de juguete, espera que te lo tomes y te sirve más, se enamora de las visitas que llegan a casa y llora cuando se van. La verdad es que si yo no tuviera mi discurso de presentación de las alergias de Rocío inevitablemente indexado a mi saludo cada vez que conozco a alguien por primera vez- que es un horror y lo reconozco, nadie se imaginaría que es una niña con múltiples alergias alimentarias.

Tenemos suerte como dije antes.

Lo único que nos tuvo un poco cabezones en meditación por varias semanas y con el corazón en el cuello sin dejarnos comer tranquilamente fue cuando Rocío cumplió su primer año y llegó el tiempo de las vacunas. Dada su condición de alérgica al huevo, no le pudimos poner a Rocío las vacunas del año que son para el sarampión, rubeola y paperas y la de la influenza. Todas estas vacunas son incubadas en huevo y el huevo puede ocasionar una alergia inmediata donde el bebé se puede ahogar si la reacción es extrema. Bueno, esa es la imagen mental dramatizada que hice en mi cabeza cuando me lo explicaron los dos médicos con los que hablé, dos para asegurarme, y como madre nerviosa y extremista que soy, lo creí y opté por la recomendación de no ponerle las vacunas a mi hijita. Lo cual después de investigar un poco y consultarlo con otros padres, resulta que no era una medida extremista en un niño alérgico. Casi todos los padres con los que hablé no vacunaron a sus hijos alérgicos. En lugar, se vacunaron ellos y todos los familiares cercanos contra la influenza, cosa que nosotros emulamos y partimos un sábado mi marido, la nana, Rocío y yo al vacunatorio y volvimos todos, menos Rocío, con nuestra banda curita en el brazo y protegidos contra la peste gripal de este año. Según la pediatra, la peste gripal ya está en bajada este año y es poco probable que Rocío se lo pesque a estas alturas.

Rocío mientras tanto, no ha tenido ningún episodio intestinal y eso que para noticia en este cuento, hemos, hace dos semanas, incorporado un nuevo tipo de carne su dieta. Rocío empezó a comer pollo orgánico- de esos que son criados solamente con agua y maíz, los tienes que ordenar, te los llevan a tu casa y te dan el martillazo en la cabeza correspondiente a 3 veces más de lo que te cuesta un pollo normal en el mercado. Han pasado dos semanas desde que le dimos la primera media pechuga de este orgánico pollo a Rocío por primera vez y hasta ahora no hemos tenido ninguna reacción alérgicamente sospechosa. Estamos contentos, pero todavía no cantamos victoria. Tenemos esperanzas y seguimos cruzando los dedos para que podamos confirmar pronto que ella no tiene alergia y puede comer este pollo.
El día que se lo dió la nana por primera vez, yo no estaba con ellas, muy conmovida y con la voz partida me llamó la nana después del almuerzo para contarme que Rocío comió el pollo con tal desesperación y rapidéz que se mordió dos veces y derramó lágrimas, pero no soltó los pedacitos de pollo que tenía acumulado en sus manitos y siguió metiendo los pedacitos de pollo en su boca como si fuese una ardilla acumulando comida para el invierno.

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