martes, 29 de enero de 2008

De guatemala a guatepeor

Todos los cambios nos bombardearon de una. De pronto nos encontramos con que Rocío empezó con los sólidos, nosotros le estabamos insistiendo sin éxito con la leche de fórmula, ya yo estaba incluyendo productos lácteos en mi dieta y el más grande cambio de todos, nos estabamos yendo de Estados Unidos a Argentina, para después mudarnos definitivamente a Chile.

Nos fuimos de Estados Unidos a Argentina sin penas y en esos momentos no muchas glorias, ya que no era del todo claro donde estábamos en relación a las alergias de Rocío. Todo era muy incierto. Es más, nosotros pensabamos que ya podíamos colocar en el cajón de los malos recuerdos la experiencia vivida en relación a las alergias de la bebé. Sin embargo, al llegar a Argentina, Rocío nos sacó de la ilusión y en cuestión de días nos trajo a la cruda realidad. Nos mostró la primera de las grandes señas de que algo andaba mal: no subía de peso. También dejó de comer y se estreñía terriblemente.

Escuché todas las teorías y suposiciones posibles que justificaban la falta de apetito de Rocío, las cuales por supuesto ninguna consideraba la sospecha de que Rocío estaba pasando por una tremenda reacción alérgica. En una crisis de total aturdimiento, cometimos el peor de los errores que uno puede cometer contra el alérgico intestino de un bebé, innovar en su alimentación. En el caso de Rocío, el peor de los peores fue ofrecerle productos lácteos. La ignorancia presente en toda su amplitud hizo que esta confusa etapa de nuestra experiencia como padres nos traiga en el futuro tremendas repercusiones en nuestra bebé.

Irónicamente, Rocío siempre probó con ánimo un sabor nuevo, pero en este caso, cada cucharita de yogurt y yogurcitos, flan y flancitos, postres y postrecitos que recibió fueron dardos fulminantes en su irritado intestino.

No hay comentarios: