miércoles, 30 de enero de 2008

Las lecciones del tiempo

Después de casi un año de haber descubierto el primer rastro de alergia alimentaria en nuestra bebé, hemos aprendido que algunas indicaciones de que algo sospechosamente alérgico está pasando en un intestino son: mucosidad y sangre en las deposiciones. La mucosidad es algo gomoso transparente o como gel cuando la deposición está seca. También es mucosidad cuando el popo fresco es brillante como si tuviese aceite encima. La sangre en el popo no es tan evidente como pareciera que puede ser. Generalmente se ve como un minúsculo puntito o hilito por aquí y por ahí. Esto realmente hay que ser un experto o una madre para encontrarlo. Otros síntomas son una notable baja en el peso, evidente transtorno del sueño y rechazo rotundente a la comida. Y otros, que yo no ví en mi bebé pero que sé que se prensentan en algunos casos son sarpullido, vómitos, reflujo, hinchazón en la panza, y en casos de reacción inmediata, inflamación de cara, labios, cuello y extremidades.

Respecto a los alimentos, también aprendimos que para empezar a ver mejoras hay que ser súper estrictos y tomar en cuenta todas las fuentes de contaminación alergénica. En nuestro caso, aprendimos que la leche y la soya están presentes como conservantes y colorantes en casi todos los dulces, chicles y caramelos, en las frutas secas, en las frutas enlatadas, en las sopas instantáneas, en los caldos y consomés, en los aceites, en casi todos los alimentos enlatados, básicamente, en todos los productos que dicen conservantes o aceite vegetal natural. También hay algunos refrescos y aguas sin gas que tienen colorantes hechos de soya. Hay que leer las letras chiquitas. En caso de los alimentos para bebés, podrás encontrar en absolutamente todos los productos envasados una oración que dice que el alimento ha sido o puede haber sido procesado en maquinaria donde se también se procesaron productos lácteos. Esto incluye toda la línea Nestum y productos Gerber. Los únicos envasados que son seguros son los Gerber de frutas porque son preparados sin colorantes ni preservantes.

Finalmente, pero en realidad esto debe ser principalmente, lo que aprendí a golpes en el corazón es que si tienes sospechas de que hay alguna alergia presente, uno debe ponerse sin duda en las manos de un pediatra que ya haya visto casos de alérgias alimentarias. Hay que evitar los tratamientos donde sin haber identificado los causantes de la alergia, te hacen pasar por todas las leches en el mercado que al final terminan irritando aún más el intestino de tu bebé. También es muy bueno tener la opinion de una nutricionista que entienda el tema de las alergias. Esto ayudó mucho a mi niña a recuperar peso sin caer en la tentación de darle engordantes que terminen lastimando su intestino. Y, arrisesgándome a la crítica, voy a gritar que es muy difícil salir de esto si tu bebé no deja la leche materna. Filtrar los alérgenicos desde la dieta de la madre es muy duro, no por la voluntad ni la determinación de hacerlo, es por la cantidad de alergénicos escondidos que hay en los alimentos de hoy.

Parece abrumante. Quizás lo sea. Sin embargo, con compañía, ánimo y buen humor, al cabo de unos días encontrarás que la dieta se automatizó, que hay una rutina establecida, que tu bebé empieza a comer con ánimo y que las detestables evidencias de alergia desaparecen. ¡Finalmente!

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