domingo, 27 de enero de 2008

Primer desafío

Rocío tenía seis meses cuando la pediatra nos dijo, casi con el tono de estar entregando el primer premio a la pareja ganadora del mayor aguante a la dieta del horror, que estabamos listos para hacer el primer desafío. Esto, lejos de ser una recompensa, en términos de alergias infantiles es que le darás a tu bebé algún alimento que contenga los alergénicos que estas tratando de eliminar y esperas. Si hace diarrea, vomita, se estriñe y deja de comer, le sale sarpullido o más dramáticamente otra vez arroja sangre o mucosidad en el pañal quiere decir que su intestino todavía no estaba listo. La lógica que nos presentó la pediatra americana es que después de cuatro meses de dieta estricta y visible desaparición de las evidencias mencionandas se asume que las alergias se fueron.

Rocío, según la lógica explicada, estaba lista para el desafío. Ya no tenía sangre ni mucosidad en el pañal y por cuatro meses se había alimentado de leche materna filtrada de las proteínas de leche de vaca y soya, producto de las mejores intenciones y laborioso trabajo de sus padres, y digo de sus padres porque definitivamente tengo que honrar la solidaridad de mi compañero quien sin deber hacerlo, lógicamente, mil veces comió a mi lado la visiblemente no apetitosa comida que yo debía comer, momentos que irónicamente me llenaban de felicidad y me gritaban al corazón el "estoy contigo en esto" más grande del mundo.

En cuestión de horas nos escontrabamos esa tarde en el Starbucks de Central Station en Cambridge sentados en una de las mesitas al lado de las enormes ventanas que dan a la calle. No recuerdo que comió mi esposo, pero yo tenía un lemon cake delante de mí y me estaba costando mucho empezar a comerlo. ¡Tanto tiempo había esperado por este momento! y ahora que lo tenía delante de mí no sentía la felicidad que pensaba iba a sentir. Me invadían unos miedos terribles de pensar que estoy haciendo algo que no es bueno para mi bebé. A insistencia de mi esposo, que me repetía que no nos quedaba otra que confiar en lo que nos dijo la pediatra con la mejor de las intenciones, finalmente me rendí. Al poner un trocito del amarillo pastel en mi boca, sentí un frío en la mandíbula y cayeron por mis mejillas lágrimas que no pude contener.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me llenan de emoción tus palabras, me siento tan comprendida y tan identificada con lo que escribes. Admiro tu valor y entereza y pido a Dios poder ser como tú y llevar a mi hijo por el mejor camino a pesar de su alergia

Patricia Carmelo dijo...

Compañera,
Mucho ánimo! infórmate y todo será más fácil.
Mucha suerte!