domingo, 20 de enero de 2008

Tenemos un plan alentador

Todavía recuerdo la primera vez que ví ese aterrador punto de sangre envuelto en una mucosidad rosada en el pañal de mi hija. El corazón me palpitó muy fuerte, se me hizo un nudo en la garganta y se me aguaron los ojos. Sin embargo, no entré en pánico. Tristemente, ya había escuchado de esto antes. Las alergias alimentarias en un recién nacido no eran una novedad para mí.

Llevamos el pañal a la pediatra y se confirmó que efectivamente era sangre. La sospecha más grande de la pediatra en Boston, Estados Unidos, donde nació Rocío era que Rocío era alérgica a la proteína de la leche y a la proteína de soya. Según sus comentarios, aveces se da el caso de que cuando se tiene alergia a la proteína de la leche también se es alérgico a la soya.

Rocío se alimentaba solamente de leche materna. Así que, como estas proteínas estaban llegando a mi bebé a través de mí, inmediatamente me pusieron en una dieta muy estricta, libre de leche, soya y sus derivados. Después de esta, nuestra primera charla con la pediatra sobre las alergias alimentarias, volvimos a casa mentalmente agotados, yo un poco aturdida, pero con un plan alentador y muchas esperanzas. Según la doctora, si eramos estrictos con la dieta, Rocío saldría de esto antes de cumplir su primer año. Sin embargo, muy pronto nos dimos cuenta que nuestro alentador plan tenía mucho más desafíos de los que habíamos contemplado.

No hay comentarios: